
Cada día que pasa, me convenzo más de la perpetuidad del libro. La motivación del tema, me la produjo un titular de la primera plana del diario español El País del 29/11/09: “Arranca con pasión
Tomé por azar dos ejemplos, para significar la vigencia de esa postura, ratificada por Umberto Eco cuando explicita: "Los nuevos medios de expresión que han surgido a lo largo de la historia, no han matado, no han eliminado a los anteriores. Así pues ni el cine terminó con el teatro ni la televisión obligó a desaparecer a la radio. Es cierto que desconocemos todavía la dimensión del fenómeno de Internet. Ahora bien, en un libro o en una obra de teatro sabemos quién es el autor o la tendencia ideológica, mientras que Internet se presta a una especie de mermelada comunicativa (…)".
Otros de los ítems está relacionado con los sentidos: cuando un hombre carece de ellos no es, no existe. Puede no tener uno, pero lo reemplaza con el desarrollo de otro u otros. Un no vidente, activa más el oído y el tacto, por dar un caso.
En un libro implica que se utilicen, obviamente, la vista -por la lectura-; el tacto, cuando se pasan las manos por las páginas; el olfato, al abrir un texto y aspirar su aroma a tinta reciente o no, a cola de pegar o bien a algún aroma especial que se desprende de él. Restan el oído y el gusto, que se los asocian a lo cognoscitivo: la lectura oral y su escucha, y el gusto por lo leído. ¿Cuántas veces hemos oído decir tal lectura me dejó ‘un gusto amargo’? No en vano, permanece el libro. El placer de volver una página con el pulgar y el índice, por la búsqueda de una tecla, para cumplir con el mismo fin, no posee comparación. ¿Quién me quita la felicidad de revolver estanterías de libros, en pos de un título que busco hace tiempo?
Antes de finalizar, rescato nuevamente al semiólogo italiano, en un párrafo de la conferencia brindada en España, con motivo de recibir un premio: "Si tuviera que dejar un mensaje de futuro para
Creo que el libro y la lectura, si bien cada vez se lee menos, no morirán. En caso de equivocarme, haré mi mea culpa y pediré perdón. Y, si en su momento, mis neuronas no lo permitiesen, este texto y otros míos caerán en el olvido, como han sucedido con ciertas afirmaciones científicas y sociológicas de tiempos anteriores.
pedroarmano@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario