El sueño



Por Pedro L. Armano


No poseo la sensibilidad artística de un escritor que, a su vez, está facultado para opinar sobre cualquier tema. Ni tengo la ecuanimidad de un escriba, soy sencillamente un escribidor, al decir de Mario Vargas Llosa. Para encuadrarme en una ‘corporación’, a la usanza del siglo XVII en Holanda por los pintores, sería por definición un periodista. Como consecuencia, navego en ‘un océano de conocimientos con un metro de profundidad’. Toda esto viene a cuento, con el propósito de justificar mi mirada sobre los acontecimientos, los hechos o las noticias.

El 21/11/09, circuló por los medios que el ‘soñar’ es un precalentamiento del cerebro. El neurólogo, doctor J. Allan Hobson, psiquiatra investigador de la Universidad de Harvard, fue el científico que arribó, luego de varios estudios, a la conclusión de que el sueño es fisiológico y no psicológico, como se creía hasta el presente. Su tesis, argumenta: “Esto ayuda a explicar un montón de cosas, por ejemplo, por qué tanta gente se olvida de lo que sueña. Es como hacer jogging; el cuerpo no recuerda cada paso, pero sabe que hizo ejercicio. Esto es parecido: los sueños están afinando la mente para la vida consciente.

Mi reacción inmediata se concretó en una duda: el hombre y la mujer van a tener que cambiar el pijama de seda y el baby doll como anzuelo de atracción por un jogging frisado, con líneas verticales blancas en los pantalones. Esta vestimenta desecha lo erótico. Luego, se sumaron más. El empleado que tomó por las solapas al jefe y a los gritos, le dijo: “me voy de acá, porque he conseguido un trabajo mejor que esta mierda”, ha resuelto el nudo de su trauma y, aconsejado por el profesional, ahora está más contento y menos angustiado, bajo el mismo yugo. O el veterano gerente que ‘vivió’ una aventura con la nueva empleada, joven, de cabellos largos y negros, con olor permanente a Idole d’Armani, en una cabaña de la Selva Negra, similar a la de Todtnauber, donde Martin Heidegger y Hannah Arendt olvidaban por un tiempo sus antepasados. El maduro ejecutivo escuchaba también, de cuando en cuando y siempre dentro del sueño, aquellas estrofas de Joaquín Sabina: “(…) o tal vez esa sombra/ que se tumba a tu lado en la alfombra/ a la orilla de la chimenea/ a esperar que suba la marea/”. Al despertar, encontraba a su esposa, con ruleros y en la misma cama. El psicoanalista le dio la pista: “abandone su hogar, ‘vuelva a la Selva Negra’”. Hoy, se levanta todavía acompañado de una máscara de crema y de ruleros. Pero dice estar más tranquilo, porque se acostumbró al perfume.

El doctor Hobson sostiene además que el dormir es un estado de consciencia paralelo que está en marcha, pero se suprime cuando uno despierta. De confirmarse fehacientemente esta teoría, Sigmund Freud y su ladero Jacques Lacan se quedarían sin lugar en la Historia, y los psicoanalistas deberán dedicarse a las dificultades de aprendizaje en niños y adolescentes. Y los psiquiatras, a otras especialidades.

¡Pero no os amedrentéis, estimados profesionales!, como sentenciaría el Capitán Alatriste, porque esos mismos pacientes, que en la actualidad se sienten decepcionados, volverán a las consultas, para resolver los problemas y traumas -un segundo ‘precalentamiento’-, que les producirán estos nuevos descubrimientos científicos.

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Fuente: Soñar, un “precalentamiento” del cerebro. Diario La Nación. Bs. As., 21/11/09.

- Estudio para una caricatura de Sigmund Freud de Nicolás Armano.

El libro


Por Pedro L. Armano


Cada día que pasa, me convenzo más de la perpetuidad del libro. La motivación del tema, me la produjo un titular de la primera plana del diario español El País del 29/11/09: “Arranca con pasión la Feria del Libro de Guadalajara”. Y, desde ya, la completaron los interiores: “México enciende su pasión por los libros”; “La Feria del Libro de Guadalajara abre sus puertas a la mejor literatura”; “Aquí se prefiere una metáfora de Rafael Cadenas a una finta de Cristiano Ronaldo”. Lo que no quita que en la Argentina existan, también, varias voces que defienden el libro y la lectura. Una de ellas fue la del escritor Mempo Giardinelli que llegó a afirmar: Yo no recomiendo leer best-sellers o libros de autoayuda, pero si alguien los lee, no lo critico. Yo no cuestiono ninguna lectura. Puede suceder que un niño comience leyendo revistas de deporte y de ahí pase a lecturas de mayor nivel. Yo empecé leyendo historietas antes de leer a Stevenson o a Poe”. E ingresa en lo político al sentenciar que la vulgarización televisiva es uno de los escollos principales para la lectura, porque viene alentada por la estupidez de las dictaduras.

Tomé por azar dos ejemplos, para significar la vigencia de esa postura, ratificada por Umberto Eco cuando explicita: "Los nuevos medios de expresión que han surgido a lo largo de la historia, no han matado, no han eliminado a los anteriores. Así pues ni el cine terminó con el teatro ni la televisión obligó a desaparecer a la radio. Es cierto que desconocemos todavía la dimensión del fenómeno de Internet. Ahora bien, en un libro o en una obra de teatro sabemos quién es el autor o la tendencia ideológica, mientras que Internet se presta a una especie de mermelada comunicativa (…)".

Otros de los ítems está relacionado con los sentidos: cuando un hombre carece de ellos no es, no existe. Puede no tener uno, pero lo reemplaza con el desarrollo de otro u otros. Un no vidente, activa más el oído y el tacto, por dar un caso.

En un libro implica que se utilicen, obviamente, la vista -por la lectura-; el tacto, cuando se pasan las manos por las páginas; el olfato, al abrir un texto y aspirar su aroma a tinta reciente o no, a cola de pegar o bien a algún aroma especial que se desprende de él. Restan el oído y el gusto, que se los asocian a lo cognoscitivo: la lectura oral y su escucha, y el gusto por lo leído. ¿Cuántas veces hemos oído decir tal lectura me dejó ‘un gusto amargo’? No en vano, permanece el libro. El placer de volver una página con el pulgar y el índice, por la búsqueda de una tecla, para cumplir con el mismo fin, no posee comparación. ¿Quién me quita la felicidad de revolver estanterías de libros, en pos de un título que busco hace tiempo?

Antes de finalizar, rescato nuevamente al semiólogo italiano, en un párrafo de la conferencia brindada en España, con motivo de recibir un premio: "Si tuviera que dejar un mensaje de futuro para la Humanidad, lo haría en un libro en papel y no en un disquete electrónico. Esta mañana he visitado la Biblioteca Nacional y he visto libros que tienen 500 años de antigüedad y si considero los manuscritos he visto algunos ejemplares escritos hace 1.000 años. Ahora bien, no sabemos cuánto puede durar un disquete de ordenador. Los llamados discos flexibles han muerto antes de agotar su capacidad de almacenamiento de datos. En cualquier caso, hemos escrito un libro de 350 páginas para argumentar la larga vida que aguarda al libro en papel".

Creo que el libro y la lectura, si bien cada vez se lee menos, no morirán. En caso de equivocarme, haré mi mea culpa y pediré perdón. Y, si en su momento, mis neuronas no lo permitiesen, este texto y otros míos caerán en el olvido, como han sucedido con ciertas afirmaciones científicas y sociológicas de tiempos anteriores.


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El Tratado, los obispos, la política...


Por Pedro L. Armano

La presidenta argentina Cristina Fernández y su par chilena, Michelle Bachelet, concurrieron al Vaticano el 28/11/09, para conmemorar los 25 años del Tratado de Paz y Amistad (1984), en el que el papa Juan Pablo II fue su máxime artífice, secundado en forma eficiente por los cardenales Antonio Samoré y Agostino Casaroli. Como se recordará, la disputa giró siempre en torno a la posesión, por parte de la Argentina o de Chile, de las islas Picton, Nueva, Lennox e islotes adyacentes. Recién en 1984, después de que el gobierno democrático del doctor Raúl Alfonsín llamara a una consulta popular no vinculante, para con la propuesta de la Santa Sede y el pueblo argentino dijera sí, se firmó el tratado y se evitó una probable guerra cruenta entre hermanos vecinos. A partir de entonces, el Laudo Arbitral otorga las islas antes mencionadas a Chile por estar al sur del Canal de Beagle y no en el Canal de Moat, como sostenía la Argentina.

La concurrencia de las mandatarias cumplió con lo protocolar y, asimismo, significó una forma de agradecimiento a tamaño esfuerzo y a los logros obtenidos. Pero Benedicto XVI no se ha conformado con la ceremonia de los 25 años, quiso ir más allá. “La consecución de la paz requiere la lucha contra la pobreza y la corrupción, el acceso a una educación de calidad para todos y un crecimiento económico solidario”, expresó en una parte de su mensaje.

Si me permiten un apartado, no quiero dejar pasar por alto el enojo del entonces canciller Dante Caputo, por no haber sido invitado a la ceremonia. Estoy totalmente de acuerdo con el ex canciller. Él había sido un incansable promotor del tratado, y del ‘’. El olvido de tal invitación raya lo imperdonable.

Según algunos corrillos políticos, dicen que los prelados vieron con buenos ojos ese acercamiento del gobierno argentino hacia el Vaticano, incluso hasta el acierto de no participar, aunque sea como cónyuge, de Néstor Kirchner.

No obstante, días atrás, los obispos argentinos, siguiendo una línea ya manifiesta en anteriores documentos, emitieron otro denominado Somos hermanos, queremos ser Nación. Allí, se resaltan valores que han quedado por el camino y que es urgente rescatarlos.

Además, entiendo que en el apartado III, punto Nº 11, se resume un todo digno y obvio de considerar, y poner en práctica. De esos tres puntos, se debe partir y, seguro, el futuro será promisorio: - El respeto a la Constitución Nacional y las Leyes. - La autonomía de los Poderes del Estado como principio fundamental de la República, y la vigencia de las Instituciones. - El bien personal y sectorial deben armonizarse con la búsqueda del bien común, y siempre teniendo particularmente en cuenta a los más pobres.

Los ojos pueden ver con cierta benevolencia la actitud frente al 25º aniversario del Tratado, lo que no quita que se continúe señalando las deficiencias de un gobierno que necesita reacomodar su accionar.

Los obispos se pusieron esta vez más críticos -creo- con el tratamiento que hacen los políticos argentinos de la gobernabilidad del país.

Y como sostén de lo argumentado, aseveran: “Muchas veces no se encuentran fácilmente los medios para atender y canalizar las necesidades legítimas de los distintos sectores, pero siempre se debe tener en cuenta que la democracia no se fortalece en la conflictividad de las calles y rutas, sino en la vigencia de las instituciones republicanas.

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- Recomiendo leer de manera completa el documento SOMOS HERMANOS, QUEREMOS SER NACIÓN.


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Murió el historiador Félix Luna


Por Pedro L. Armano


Murió el historiador Félix Luna. Pero el hecho trascendente no es ése, sino otro: sigue vivo, pues se incorpora en forma definitiva al paisaje cultural del país. Aunque ya lo estaba por los méritos logrados. Cuando en un hombre coinciden una cantidad excelsa de valores y dones -respeto por los otros y por sí mismo, notable sencillez y humildad, perfecta coherencia con sus ideas y pensamientos, amigo de compartir cabalgatas, asados y pastas, afable anfitrión, lúcido conversador, amigo de los amigos, de profundo amor por el país, que lo supo volcar desde lo académico hasta lo popular, con una especial inclinación para con el arte, entre muchos más- es un virtuoso del espíritu. Y, sin duda, ‘Falucho’, como le decían los íntimos, lo fue.

Natalio Botana resume, creo, en estas breves líneas al personaje: “Fue mucho más que historiador. Fue un hombre del Renacimiento: nada de la cultura le era ajeno. Cantó la Argentina como nadie y tenía un profundo sentido del país.

Tuve la suerte de conocer al doctor Félix Luna, y charlar con él, en la vieja redacción de la revista, cuando, siendo yo muy joven le alcancé con expectativa un original mío sobre Los cien años de “The Southern Cross”, la historia del semanario de la colectividad irlandesa. Leyó algunas partes con detenimiento. Luego de apoyar los papeles en el escritorio, me dijo: “el trabajo parece bueno, pero por el momento, no estamos todavía con esos temas”. Yo insistí por los 100 años. La respuesta fue: “No es que no nos interese. El tema particular de las colectividades todavía no ha sido resuelto. Es más, para que usted se vaya tranquilo y esperanzado, yo le puedo decir déjemelo que lo vamos a leer, aunque le mentiría y eso no va conmigo”. Resultó tan convincente, correcto y honesto que, a pesar del fracaso, salí conforme de la entrevista. (1)

Entre la historia y el arte; entre lo académico y la libre creación, ningún argentino podrá olvidar a su ‘hija pródiga’: la revista especializada Todo es Historia. Tampoco caerán en saco roto El 45, Yrigoyen, Perón y su tiempo, Soy Roca o la Misa criolla, y Alfonsina y el mar -con música de Ariel Ramírez-, además de otros importantes títulos.

(…) Para los radicales, no fue un hombre de partido en el sentido más militante de la palabra, pero fue algo mucho más que eso: un hombre escuchado y respetado que predicó toda su vida los valores históricos del radicalismo”, dijo el ex intendente Facundo Suárez Lastra.

Desde mi ‘mirada’, coincido con Jorge Fernández Díaz al sostener que Félix Luna era esencialmente un hombre bueno.


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(1) En 1976, el Instituto Argentino-Irlandés de Cultura, me otorgó la Faja de Honor, en la categoría Ensayo, por dicho trabajo.

DE UNA ENTREVISTA A MICHELLE BACHELET


Por Pedro L. Armano


Dos o tres actitudes y conceptos volcados en el reportaje del periodista del diario español El País, John Carlin, alcanzan para darse cuenta de qué clase de mujer es la presidenta de Chile, Michelle Bachelet. Más aún, qué política resultó ser. Digna de tener en cuenta e imitarla en cualquier circunstancia que demandaría la gobernabilidad de un país. Durante la entrevista ingresó un señor con una bandeja de té. Ella se interrumpió asimismo y dirigiéndole una sonrisa, le dijo: “Buenos días, Miguel. Muchísimas gracias”. Carlin acotó que tal actitud no suele ser muy común en personajes poderosos. Otra pregunta fue si al ser tan popular no se le pasó por la cabeza reformar la Constitución, para repetir el mandato. La respuesta resultó categórica: “Creo que en la vida como en la política hay que ser ética y estética. Jamás cambiaría yo una situación para beneficio personal. Si yo alguna vez hubiera pensado que hay que hacer un cambio en la Constitución, habría mandado un proyecto de ley que hubiera entrado en vigor desde el próximo gobierno en adelante, no para el propio.” Con sólo lo vertido en estas líneas, daría por completa la nota, pero existen otros conceptos que apuntan a un nivel, conveniente de recordar. Por ejemplo, con relación a los hombres y mujeres en el poder, aclaró que los primeros, sea el cargo que fuere, “algo les pasa con las alturas. Llegan y se marean -se transforman en pequeños dictadores-. No es que no pase con las mujeres, pero mi pregunta es si las mujeres no han tenido todavía suficiente exposición al poder para mostrar estas características, si a lo mejor es sólo un problema de tiempo, o es que hay algo más ontológico.

También, habló sobre algunas actitudes machistas de los pueblos - el periodista le preguntó si tuvo que sufrir como Hillary Clinton eso de que la gente se fija menos en lo que dice que en su pelo, su ropa. “… Desde críticas al pelo, la ropa, el peso (…). Aquí ha habido gente política, hombres, de un cierto peso, pero eso era sinónimo de poderoso. Si a un presidente, un hombre, se le llenaban los ojos de lágrimas, era un hombre sensible; en cambio, una mujer era un histérica”, aclaró-. No obstante, hacia el final de la entrevista, rescató el avance de la sociedad en este tema, y la dio por concluida al reconocer: “Hoy vemos que ha habido un cambio cultural. Las mujeres tienen la autoestima más elevada. No hay veto ahora. Todo es posible. Y lo interesante hoy es que ya no es un tema. Creo, de verdad, que ya no lo es.

Desde ya, que pido disculpas por las citas permanentes y extensas. Quería dar una proximidad, lo más precisa posible, de lo expresado en este diálogo que, tal vez, muchos lectores no tengan acceso.

La idea de acercar a esta médica pediatra socialista, en la actualidad jefa de Estado, surgió de la comparación que obligan muchas actitudes de políticos, con cierta popularidad, que se tientan con la continuidad del poder y, entonces, echan manos a diversos mecanismos, así sean no legales, con tal de lograr el fin.

Me parece que la posición y lo decidido por Michelle Bachelet vale la pena señalarlo y, con total sinceridad de parte de otros políticos -muchos de ellos latinoamericanos-, tratar de llevarlo a la práctica.

El deseo, espero que se cumpla.


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LAS NOTICIAS DEL 07/10/09

Por Pedro L. Armano


Las noticias de los diarios argentinos del 07/10/09 desarticularon, por unos segundos, mi capacidad comprensiva. Primero leí la que informa la vuelta al Fondo Monetario Internacional. Hacía no mucho, desde el gobierno actual se había determinado la total desvinculación. Era como un paso adelante. Ya no lo es. Pero comprendí enseguida este juego que, debido a la interrelación y conducta global del mundo moderno, obliga a efectuar ciertos cambios de rumbo que por momentos despistan a los escasos entendidos en materia de políticas económicas. La segunda en importancia resultó ser el regreso a la arena política del ex presidente Eduardo Duhalde. Tanto él como su esposa, la senadora Hilda ‘Chiche’ Duhalde, habían desmentido en varias oportunidades tal regreso. Pareció que se reservaba el puesto de consultor, casi casi, a la manera de un senador romano. Luego de varios cabildeos, también entendí esa actitud pues me convenció la creativa publicitaria y novelista española Emma Riverola: “La vida es evolución. Todos tenemos derecho a cambiar, a contradecirnos, a realizar cuantos viajes ideológicos nos plazca y a defender, en cada momento, nuestro modo de pensar y actuar”.

Hasta el final de ese momento, consideré que podrían aceptarse los tipos de afirmaciones anteriores. Sin embargo, con el pasar del tiempo, el concepto “viajes ideológicos” me empujaron a girar sobre ciertos temas prácticos de la vida política de un país, y surgió en mí de inmediato lo expresado por José Ortega y Gasset, con respecto a las ‘ideas’ y a las ‘creencias’. “Las creencias constituyen la base de nuestra vida, el terreno sobre que acontece. Obviamente, es muy difícil de aprehender enseguida el concepto. Recuerden que Ortega y Gasset era un filósofo y nosotros somos unos simples neófitos de esas especulaciones. Tal vez, esta aclaración, que no me pertenece, despeje un poco más el panorama: “Cuando caminamos por la calle actuamos creyendo que el suelo es rígido, que podemos pasear sin que nos ‘hundamos’ en él. (…) No somos conscientes de este pensamiento, pero lo tenemos pues ‘contamos con él’ “. Trasladado a la esfera práctica no solamente de la política, sino a cualquier otro quehacer. Creer en una persona que, de manera objetiva, dijo algo como creencia, por ejemplo, conlleva a un compromiso irreparable en caso de que el individuo lo olvide, como si nunca lo hubiese manifestado y destruya la (su) creencia. Es lamentable, pero este tipo de conducta conduce al descreimiento de futuras decisiones, tanto de un hombre, como de las instituciones. Las ‘ideas’, justificándolas, pueden ir o venir. Las ‘creencias’ están arraigadas en nuestro fuero íntimo. “Las creencias constituyen el estrato básico, el más profundo de la arquitectura de nuestra vida. Vivimos de ellas y, por lo mismo, no solemos pensar en ellas. Pensamos en lo que nos es más o menos cuestión. Por eso decimos que ‘tenemos’ estas o las otras ideas; pero nuestras creencias, más que tenerlas, las somos”, escribió Ortega.

Ante esas fallas, o sea, borrando las creencias como si nunca se hubiesen sostenido, provocan en los ciudadanos el total desinterés por la cosa pública, en el caso de las instituciones, y la duda frente a las personas que cometen el error, sean particulares o políticos. Grave descuido de estos últimos: ‘destruir’ el creer. Después, en encendidos discursos, solicitan la participación de la juventud, que hoy los mira con desconfianza y bastante desconcierto.


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Ausencia de vocabulario


Por Pedro L. Armano



Cuando recuerdo uno de los párrafos del discurso sobre la defensa de las malas palabras, que hizo en el Congreso de la Lengua (Rosario, 2004) Roberto Fontanarrosa, sufro una cuota más de impotencia frente a la creciente mediocridad, como consecuencia del incremento de palabras soeces o expresiones de mal gusto que los ‘personajes públicos’, llámense políticos, deportistas, actores o locutores han utilizado en estos últimos tiempos. La fina ironía y graciosa presentación del tema la defensa de las malas… arroja, sin miramientos, a estos hombres que, no queriendo parecer hipócritas, usaron ciertos términos en sus discursos o dichos. Un porcentaje significativo de la sociedad se los devolvió con críticas.

Pero no quiero dejar pasar lo expuesto, en aquella oportunidad, por el afamado historietista: “Algo tendrá que ver el tema, éste, el de la malas palabras, por ejemplo, con éste, como el que decía el amigo Escribano (José Claudio Escribano). Se nota que es tan polémica esta mesa que es la única a la que le han asignado "escribano" para que se controle todo lo que se dice en ella.” (¡Con qué sutileza y altura juega con el apellido y la función notarial!, sin herir ni molestar a nadie). La cita me obliga a comparar.

En cada caso que se presentó (y se presenta) del mal uso del Idioma, los ‘sabihondos’ de un lado y del otro se llenan de palabrerías argumentando las teorías más inverosímiles: desde un exabrupto o un mal día hasta de la sinceridad o el fervor y entusiasmo de la jornada, de quien la ha expresado.

Pues yo no creo en nada de ello. Simplemente, participo de la sencilla idea de que carecen de una preparación adecuada para la función que cumplen, y de una falta de vocabulario que, semejan más a un adolescente que a un estudioso capacitado. Caso contrario, me inclino por la teoría del psicoanalista de Roberto Fontanarrosa: “(…) Mi psicoanalista dice que es imprescindible para descargarse, para dejar de lado el estrés y todo ese tipo de cosas.” Donde ese tipo de cosas está involucrando a la lista interminable de sandeces de todo tipo, que se utilizan para llenar líneas de diarios y revistas, y cumplir tiempos en las radios y los canales de televisión.

Tampoco quiero parecer un mojigato y un retrógrado. Sé reconocer cuándo están bien usadas las ‘malas palabras’ o las ‘expresiones desubicadas’. En la Argentina, considero que Tato Bores fue un cómico que pudo trabajar esos vocablos con certeza y, en la actualidad, Enrique Pinti conjuga ser un excelente artista, aún en el manejo de las ‘palabrotas’ e ‘improperios’. Hasta un intelectual como Umberto Eco, en un texto defendiendo la lectura, escribió: “(…) hasta se lee con el culo…”.

La mención justa y precisa de ciertos términos no deseados produce, a veces, la comprensión exacta de lo que se quiere decir. De allí, entonces, que el cuidado y el tino deben estar activos antes de hablar o escribir.




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El 'vocablo' comparar



Por Pedro L. Armano


Si nos detenemos unos segundos, para observar la fotografía que publicó El País.com, con el título de ‘Maratón de entrevistas’, donde se registran tres reportajes seguidos que concedió el presidente Barack Obama, surge de inmediato en la mente de cualquier ciudadano argentino la palabra ‘comparar’. La acepción más sencilla, se encuentra en el diccionario: tr. Fijar la atención en dos o más cosas para distinguir sus semejanzas o diferencias. Cotejar. En el caso argentino se inclinaría más por las diferencias que por las semejanzas. Hay que contar con los dedos de las manos, y sobrarían, las escasas entrevistas y/o reportajes que brindaron el ex presidente Néstor Kirchner y la actual presidenta Cristina Fernández. Y, de esos pocos, siempre fueron acotados, con respuestas admonitorias o irónicas, o dando ‘ciertas’ indicaciones o ‘clases’, e incluso agrediendo a periodistas o mofándose de él, por el medio al que representaba.

No quiero tampoco con lo explicitado, hacer una defensa a ultranza de los medios masivos de difusión, pero sí deseo realzar la función específica del periodismo como tal. Ya no soy tan pequeño como para creer en la total independencia de las empresas, aunque se debe aceptar que en el concierto de las sociedades democráticas existen difusores de noticias, no sólo de la mera información sino, también, del contexto donde se produjeron esas informaciones y su interpretación, que se convierten en diversos puntos de vista, de acuerdo con el matiz o el interés político de los medios que la publican o difunden.

La función del cuarto poder es ciertamente la de controlar y criticar a los otros poderes tradicionales, pero puede hacerlo en un país libre, porque su crítica no tiene funciones represivas: los medios pueden influir en la vida política del país solamente creando opinión.”, sostiene Umberto Eco. Por lo tanto, no quiero ingresar en la discusión de la ‘Ley de radiodifusión’ y quién está en lo cierto o no. Tampoco, me interesa cuestionar o sostener las ideologías terminantes o definitorias de los partidos políticos. Simplemente, presento ante los lectores los hechos concretos de gobiernos democráticos que, con ciertas actitudes, determinan una política activa, para el bien común, y otros que vuelcan todos sus esfuerzos en tratar de coartar la libertad de prensa, que es uno de los pilares fundamentales en el sostén de los gobiernos que se autodenominan democráticos.

Sin entrar en detalles de si EE.UU. es un ‘imperio’ o una ‘potencia’ que impone sus criterios políticos y/o militares a otros gobiernos, en beneficio propio, el simple acto de posibilitar una entrevista a la más alta investidura del país a tres medios seguidos, permite especular que se está frente a un gobierno que no trata de esconder su política, sino de ofrecer aclaraciones -o bien proposiciones- a la sociedad que lo votó.

De arriba abajo en la fotografía, el presidente Barack Obama responde a George Stephanopoulos de la ABC, Bob Schieffer de la CBS y a David Gregory de la NBC.

Ojalá que alguna vez, los argentinos podamos ver algo semejante, para quedarnos tranquilos de que se tomó por la senda correcta, donde gobiernos legítimos van hacia una democracia segura, estable y moderna. Sería un problema menos.

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- La fotografía es de Peter Souza. (19-09-2009).


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Yo confieso...



Por Pedro L. Armano



Nací al final de la época de Humphrey Bogart, cuando el cigarrillo todavía no hacía mal, y una persona tostada era signo de vida sana y deportiva. Hoy, el Sol produce cáncer y tiene horarios.

Pasé una niñez muy, muy feliz: soy hijo único. La adolescencia me resultó insulsa: no tenía éxito con las chicas. Pude estudiar. Caminando por el barrio, era un premio Nobel sin medalla ni recompensa económica.

Durante la juventud, me obnubilé por una condesa veneciana de nombre Renata, morocha de cabellos lacios y largos, ojos verdes, cara angular y cuello perfecto. Las piernas, estilizadas y favorecidas por el taco aguja, resaltaban su figura, además del negro de la minifalda y el maxicapoto. ¡Qué mujer tan endiabladamente maravillosa! Un día la invité a cenar. Ella eligió el restaurante del Gritti Palace Hotel, donde yo había tomado una reserva. Le comenté la coincidencia, mientras reíamos y brindábamos con vino Chianti. A medianoche, subimos a la habitación. A la mañana siguiente, me levanté temprano y aparté los pesados cortinados de la ventana. La abrí para que ingresara el viento húmedo del otoño, y gozar del Gran Canal. Un haz de tenue luz acababa de inundar su rostro. Refunfuñó. Mientras tanto, absorto, comencé a mirarla… Lilia -una mexicana, de descendencia extranjera- seguía durmiendo, con esa postura espontánea, libre: la cabeza apoyada en el hombro, el brazo extendido y una rodilla doblada, fuera de la sábana. La luz primera jugaba grácilmente, iluminando el vello dorado de los brazos y los rincones húmedos de su cuerpo joven. Bajé a desayunar. Mis ojos, a través del ventanal, veían la sala de actos de la Residencia de Estudiantes. Los músicos preparaban los atriles y afinaban los instrumentos. Como una ráfaga pasó entre ellos una mujer rubia, con un jersey rojo de cuello alto, vaqueros ceñidos, zapatillas deportivas y el estuche del violonchelo colgado del hombro. Buscaba su lugar dentro de la orquesta. Finalizado el concierto, participamos de un cóctel, donde logré acercarme y entablar una conversación con Ana Bron. No tenía aspecto de violonchelista. Las piernas eran firmes, los pechos todavía apretados, la boca grande y las caderas de mucho empuje que había recibido de su abuela alemana. La llevé en el coche hasta su domicilio. Desde la puerta y con el violonchelo al hombro, Ana hizo un gesto de despedida trazando con el dedo un círculo alrededor del oído para insinuarme que esperaba mi llamada.

(Ernest Hemingway, Carlos Fuentes y Manuel Vicent. Venecia, Acapulco y Madrid. Así, en ese orden). Ya ven: algunos enloquecen por la música o la pintura y otros, por la literatura.

Las lecturas me han hecho mal: me restaron tiempo para vivir. Pero viví y soñé a través de ellas. Sigo insistiendo.

Luego, me recibí de docente y transité por los tres niveles. No sé si lo hice bien o mal. Sí reconozco que fue a conciencia y con responsabilidad. Mientras, me adentraba en el periodismo. Me casé, tuve dos hijos, mujer y varón. Y la vida continuó en forma veloz, hasta la jubilación.

Milan Kundera, en su último libro, Un encuentro, sostiene que el hombre … sólo existe en su edad concreta, y que todo cambia con la edad.” Creo que tiene razón.

En cuanto a lo socio-político, soy católico, con algunas reservas, demócrata y progresista, -no progre-. Creo en el sistema de partidos, en el bipartidismo, y en la alternancia.

Para no autocensurarme, confieso que me hubiera gustado ser liberal, de esa relativa y seudo centro-izquierda, como la ‘entienden’ los estadounidenses.

Y, después de todo esto, te mueres.

La vida es igualmente absurda en cualquier tiempo y lugar”, dice el escritor Marcelo Birmajer.



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