El caso Berlusconi




Por Pedro L. Armano


Dos declaraciones me motivaron para que escribiera sobre Silvio Berlusconi. La primera fue la

de la actriz Claudia Cardinale. Dijo: “Berlusconi no es un efecto especial. Es muy inteligente y tiene mucho éxito. Sabe lo que quiere”. Me impactó lo expresado, y no deseo disimular mi interrogante. Cómo una persona que había trabajado con compañeros de la talla de Vittorio Gassmann, Marcello Mastroianni, Giancarlo Giannini o bajo la dirección de eximios cineastas italianos: Mario Monicelli, Mario Bolognini, Lucchino Visconti, Salvatore Sampieri, Valerio Zurlini o el gran Federico Fellini tuviera tal -creo yo- desacertada respuesta. ¿Qué pasó por la mente de aquella bella figura de La muchacha de la valija o de la artista que alcanza una perfecta representación, junto con Marcello Mastroianni, en el film Ocho y medio? Ahora ratifico que una cosa son los personajes y otra, la actriz. Lo que sí es evidente, que no estoy de acuerdo con su posición.

En la segunda, no se podía esperar otra cosa genial, llena de suspicacia e ironía, que la del maestro Umberto Eco. En Madrid, donde recibió la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes, el eximio semiólogo y novelista, ante la pregunta de qué libro le regalaría a Berlusconi, respondió: “No le regalaría ninguno porque él mismo ha dicho que hace 20 años que no lee, aunque a la vista de las últimas noticias, le regalaría Lolita, de Nabokov”. (Sepan disculpar mi excesiva adjetivación para con el profesor piamontés).

Volcar en estas líneas la literatura periodística en torno al tema sería una redundancia. Todo ya está dicho. Sin embargo, conviene rescatar todavía lo manifestado por el escritor Manuel Vicent: “…si no te aman ni te temen, procura al menos que te envidien, porque la envidia de la plebe es también una fuente de poder. (…) A los antiguos romanos les parecía lógico que el emperador participara de bacanales, rodeado de patricios”. (El País -España-14/06/09)

Silvio Berlusconi que, con el dinero pasa por alto cualquier límite, no logrará volver de algo que nunca se puede regresar: del ridículo, incluidas las bellezas naturales (Cerdeña), los cuerpos esculturales de las ‘velinas’ y las pastillas de Viagra, siempre a mano.

Por otro lado, ‘Il Cavalieri’ no sabe, o parece ignorarlo, que como lo explica la ex directora de la maestría en Comunicación Política de la Universidad de Sheffield, Karen Sander, “los escándalos sexuales son los que más dañan a los políticos”. Y brinda un ejemplo: "Mientras que el gobierno del conservador John Major enfrentaba escándalos sexuales semanales, que nos mantenían muy entretenidos, en España el gobierno socialista debía lidiar con escándalos tan serios como el del caso Roldán [corrupción a gran escala del jefe de la Guardia Civil] o del GAL [escuadrones de la muerte que torturaban y asesinaban a personas que se suponía que eran miembros de ETA, aunque muchos no lo eran]. Y, en contra de lo que se podía esperar, las consecuencias de los escándalos sexuales británicos fueron mucho más graves para los políticos que lo que fueron los escándalos mayores que ocurrían en España para el gobierno español".

Con respecto al título, confieso que no quise parafrasear al del Premio Nobel José Saramago. Es más que correcto el de él: ‘La cosa Berlusconi’ (“No veo qué otro nombre le podría dar”). El mío, apuntó a la asepsia periodística.

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(En las elecciones europeas, se registró un ascenso de la derecha. Como era de suponer en Italia triunfó el Pueblo de la Libertad de Silvio Berlusconi, pero por 10 puntos menos de lo que se esperaba).