Murió Alfonsín

Por Pedro L. Armano

Cuando incluso desde la semiótica, la mención de un simple apellido provoca significado, es porque lleva consigo una dosis de determinadas características que pueden ser positivas o negativas. En este caso, surge de sobremanera lo positivo.
La reacción por el fallecimiento del doctor Raúl Ricardo Alfonsín el 31/03/09 justificó de hecho lo explicitado líneas arriba. La gran mayoría de los medios de comunicación usaron simplemente el apellido del ex presidente, con lo cual daban por sentado que la opinión pública iba a comprender de quién se hablaba o escribía, al margen de la continuidad y seguimiento de las últimas noticias por la evolución de su enfermedad. En los medios extranjeros sucedió casi lo mismo. Tal repercusión no sólo afectó a la prensa, sino que todo el espectro político manifestó su pesar, y supo vislumbrar desde los variados ángulos partidarios las condiciones sine qua non de “El héroe de la democracia argentina”, como lo mencionó el diario The New York Times.
La sociedad argentina en su conjunto tampoco obvió el reconocimiento de las condiciones democráticas y virtudes personales del líder radical.
Es sugestivo cuando la derecha y la izquierda -quizás denominaciones un tanto obsoletas- concuerdan en pareceres y opiniones: existe algo más que la ideología. En Alfonsín los valores democráticos se conjugaron a la perfección: ideales llevados a la práctica con convencimiento y firmeza, respetando siempre las otras posiciones. Al margen de sus aciertos y desaciertos cultivó la responsabilidad de un hombre de Estado -no de gobierno-, de allí que la figura se agigante y pueda ser calificado estadista, bastantes escasos en América Latina.
El mismo periódico estadounidense lo destaca también de la siguiente manera: “Mr. Alfonsín’s presidency in the 1980s symbolized the return of democracy in Argentina”. Otro rasgo peculiar que le posibilitó ingresar en la historia, sin buscarlo con falsos populismo o bravuconadas vacuas, carentes de estrategias políticas.
Triunfó su espíritu constitucionalista: lo exhalaba en los discursos de campaña…"La vida de Raúl Alfonsín impresiona por la autenticidad. Por la dignidad con la cual defendió ideas, por el coraje con el que actuó", dijo José Claudio Escribano.
Sé que muchos, en su momento, no lo entendieron, aún algunos correligionarios, y así se frustró otra vez la incipiente y moderna democracia argentina de partidos. Pero permanece una semilla ‘progresista’, que hasta el momento no se había plantado. Además de su hombría de bien y caballerosidad que resaltaron al hombre antes que al político, se detecta la impronta de una personalidad avasallante. Por lo tanto decíamos en el inicio del artículo, que la mención del apellido de determinadas personas resume las condiciones innatas de ese ser humano. Murió Alfonsín.
No quiero cerrar el escrito sin rescatar unas líneas del periodista antes citado. “Al fin de cuentas -resumí, como pude-, mucho más importante que no haberlo entendido a veces, es haberlo querido, Presidente. ‘Claro que sí -contestó-; así ha sido’”. La Nación, 01/04/09.

pedroarmano@hotmail.com

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