"Cuando un amigo se va": José


El 25/06/09 falleció José E. Grobas, titular de la parada de diarios de Av. San Martín y Pedro Morán


Por Pedro L. Armano


Las canciones-baladas populares, con letras simples y lugares comunes, muchas veces expresan verdades universales que son difíciles de desmentir. Es el caso, por ejemplo, la de Alberto Cortez cuando interpreta ‘Cuando un amigo se va’. Esas estrofas me vienen como sustento preciso para el caso: “Cuando un amigo se va / queda un espacio vacío /…”.

Un día me llamó la atención no escuchar el voceo diario, diario, Clarín, Nación, Crónica, Popular, diario… con el que me despertaba el diariero de la esquina. Supuse que los diarios habrían llegado tarde y todavía estaría haciendo el reparto a domicilio. Igual creció mi duda. A los pocos minutos, volví a prestar oídos y nada. Tampoco registré al ayudante que está cruzando la avenida, para aprovechar el semáforo y ofrecer allí los periódicos. No con cierta angustia, me asomé al balcón: el quiosco estaba cerrado. Decidí, entonces, vestirme y bajar, para cerciorarme de lo que podía haber pasado. Ya en la calle y frente a la estructura de metal, mi corazón -¡y por qué no mi alma!- temblaron al unísono. Corrió un vacío por mi ser y quedé paralizado: José, el diariero, había muerto. Así de simple. El día anterior, nos habíamos despedido con un hasta mañana. Hoy, ya no estaba.

A pesar de los años transcurridos, ni siquiera le conocía el apellido, -creo que él tampoco sabía el mío-, y sin embargo se había producido una corriente de respeto, afecto y confianza digna de cualquier amistad. Tantas temporadas, al escuchar su voz reconocía la hora, y cuando me asomaba por la ventana, José era el referente del servicio meteorológico: si lo veía con capa y capucha, además de las botas de goma, seguro que llovía bastante; con remera y pantalones cortos: calor desde temprano. La vida se iba pasando, pero nunca me hubiese imaginado un final tan sorpresivo.

Tampoco pudo cumplir con el proyecto de retirarse y disfrutar de su tiempo sin horarios fijos. Pero los hechos van más rápido que las esperanzas y los proyectos.

En la inmensidad, quedó flotando el de José…

Siempre, siempre, desde el principio la vida ha jugado con el absurdo. Y dado que el absurdo es el dueño de la baraja y del casino, la vida no puede hacer otra cosa que perder”, observa el narrador y crítico de arte inglés John Berger.


pedroarmano@hotmail.com

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