DE UNA ENTREVISTA A MICHELLE BACHELET


Por Pedro L. Armano


Dos o tres actitudes y conceptos volcados en el reportaje del periodista del diario español El País, John Carlin, alcanzan para darse cuenta de qué clase de mujer es la presidenta de Chile, Michelle Bachelet. Más aún, qué política resultó ser. Digna de tener en cuenta e imitarla en cualquier circunstancia que demandaría la gobernabilidad de un país. Durante la entrevista ingresó un señor con una bandeja de té. Ella se interrumpió asimismo y dirigiéndole una sonrisa, le dijo: “Buenos días, Miguel. Muchísimas gracias”. Carlin acotó que tal actitud no suele ser muy común en personajes poderosos. Otra pregunta fue si al ser tan popular no se le pasó por la cabeza reformar la Constitución, para repetir el mandato. La respuesta resultó categórica: “Creo que en la vida como en la política hay que ser ética y estética. Jamás cambiaría yo una situación para beneficio personal. Si yo alguna vez hubiera pensado que hay que hacer un cambio en la Constitución, habría mandado un proyecto de ley que hubiera entrado en vigor desde el próximo gobierno en adelante, no para el propio.” Con sólo lo vertido en estas líneas, daría por completa la nota, pero existen otros conceptos que apuntan a un nivel, conveniente de recordar. Por ejemplo, con relación a los hombres y mujeres en el poder, aclaró que los primeros, sea el cargo que fuere, “algo les pasa con las alturas. Llegan y se marean -se transforman en pequeños dictadores-. No es que no pase con las mujeres, pero mi pregunta es si las mujeres no han tenido todavía suficiente exposición al poder para mostrar estas características, si a lo mejor es sólo un problema de tiempo, o es que hay algo más ontológico.

También, habló sobre algunas actitudes machistas de los pueblos - el periodista le preguntó si tuvo que sufrir como Hillary Clinton eso de que la gente se fija menos en lo que dice que en su pelo, su ropa. “… Desde críticas al pelo, la ropa, el peso (…). Aquí ha habido gente política, hombres, de un cierto peso, pero eso era sinónimo de poderoso. Si a un presidente, un hombre, se le llenaban los ojos de lágrimas, era un hombre sensible; en cambio, una mujer era un histérica”, aclaró-. No obstante, hacia el final de la entrevista, rescató el avance de la sociedad en este tema, y la dio por concluida al reconocer: “Hoy vemos que ha habido un cambio cultural. Las mujeres tienen la autoestima más elevada. No hay veto ahora. Todo es posible. Y lo interesante hoy es que ya no es un tema. Creo, de verdad, que ya no lo es.

Desde ya, que pido disculpas por las citas permanentes y extensas. Quería dar una proximidad, lo más precisa posible, de lo expresado en este diálogo que, tal vez, muchos lectores no tengan acceso.

La idea de acercar a esta médica pediatra socialista, en la actualidad jefa de Estado, surgió de la comparación que obligan muchas actitudes de políticos, con cierta popularidad, que se tientan con la continuidad del poder y, entonces, echan manos a diversos mecanismos, así sean no legales, con tal de lograr el fin.

Me parece que la posición y lo decidido por Michelle Bachelet vale la pena señalarlo y, con total sinceridad de parte de otros políticos -muchos de ellos latinoamericanos-, tratar de llevarlo a la práctica.

El deseo, espero que se cumpla.


pedroarmano@hotmail.com

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