LAS NOTICIAS DEL 07/10/09

Por Pedro L. Armano


Las noticias de los diarios argentinos del 07/10/09 desarticularon, por unos segundos, mi capacidad comprensiva. Primero leí la que informa la vuelta al Fondo Monetario Internacional. Hacía no mucho, desde el gobierno actual se había determinado la total desvinculación. Era como un paso adelante. Ya no lo es. Pero comprendí enseguida este juego que, debido a la interrelación y conducta global del mundo moderno, obliga a efectuar ciertos cambios de rumbo que por momentos despistan a los escasos entendidos en materia de políticas económicas. La segunda en importancia resultó ser el regreso a la arena política del ex presidente Eduardo Duhalde. Tanto él como su esposa, la senadora Hilda ‘Chiche’ Duhalde, habían desmentido en varias oportunidades tal regreso. Pareció que se reservaba el puesto de consultor, casi casi, a la manera de un senador romano. Luego de varios cabildeos, también entendí esa actitud pues me convenció la creativa publicitaria y novelista española Emma Riverola: “La vida es evolución. Todos tenemos derecho a cambiar, a contradecirnos, a realizar cuantos viajes ideológicos nos plazca y a defender, en cada momento, nuestro modo de pensar y actuar”.

Hasta el final de ese momento, consideré que podrían aceptarse los tipos de afirmaciones anteriores. Sin embargo, con el pasar del tiempo, el concepto “viajes ideológicos” me empujaron a girar sobre ciertos temas prácticos de la vida política de un país, y surgió en mí de inmediato lo expresado por José Ortega y Gasset, con respecto a las ‘ideas’ y a las ‘creencias’. “Las creencias constituyen la base de nuestra vida, el terreno sobre que acontece. Obviamente, es muy difícil de aprehender enseguida el concepto. Recuerden que Ortega y Gasset era un filósofo y nosotros somos unos simples neófitos de esas especulaciones. Tal vez, esta aclaración, que no me pertenece, despeje un poco más el panorama: “Cuando caminamos por la calle actuamos creyendo que el suelo es rígido, que podemos pasear sin que nos ‘hundamos’ en él. (…) No somos conscientes de este pensamiento, pero lo tenemos pues ‘contamos con él’ “. Trasladado a la esfera práctica no solamente de la política, sino a cualquier otro quehacer. Creer en una persona que, de manera objetiva, dijo algo como creencia, por ejemplo, conlleva a un compromiso irreparable en caso de que el individuo lo olvide, como si nunca lo hubiese manifestado y destruya la (su) creencia. Es lamentable, pero este tipo de conducta conduce al descreimiento de futuras decisiones, tanto de un hombre, como de las instituciones. Las ‘ideas’, justificándolas, pueden ir o venir. Las ‘creencias’ están arraigadas en nuestro fuero íntimo. “Las creencias constituyen el estrato básico, el más profundo de la arquitectura de nuestra vida. Vivimos de ellas y, por lo mismo, no solemos pensar en ellas. Pensamos en lo que nos es más o menos cuestión. Por eso decimos que ‘tenemos’ estas o las otras ideas; pero nuestras creencias, más que tenerlas, las somos”, escribió Ortega.

Ante esas fallas, o sea, borrando las creencias como si nunca se hubiesen sostenido, provocan en los ciudadanos el total desinterés por la cosa pública, en el caso de las instituciones, y la duda frente a las personas que cometen el error, sean particulares o políticos. Grave descuido de estos últimos: ‘destruir’ el creer. Después, en encendidos discursos, solicitan la participación de la juventud, que hoy los mira con desconfianza y bastante desconcierto.


pedroarmano@hotmail.com

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