El Tratado, los obispos, la política...


Por Pedro L. Armano

La presidenta argentina Cristina Fernández y su par chilena, Michelle Bachelet, concurrieron al Vaticano el 28/11/09, para conmemorar los 25 años del Tratado de Paz y Amistad (1984), en el que el papa Juan Pablo II fue su máxime artífice, secundado en forma eficiente por los cardenales Antonio Samoré y Agostino Casaroli. Como se recordará, la disputa giró siempre en torno a la posesión, por parte de la Argentina o de Chile, de las islas Picton, Nueva, Lennox e islotes adyacentes. Recién en 1984, después de que el gobierno democrático del doctor Raúl Alfonsín llamara a una consulta popular no vinculante, para con la propuesta de la Santa Sede y el pueblo argentino dijera sí, se firmó el tratado y se evitó una probable guerra cruenta entre hermanos vecinos. A partir de entonces, el Laudo Arbitral otorga las islas antes mencionadas a Chile por estar al sur del Canal de Beagle y no en el Canal de Moat, como sostenía la Argentina.

La concurrencia de las mandatarias cumplió con lo protocolar y, asimismo, significó una forma de agradecimiento a tamaño esfuerzo y a los logros obtenidos. Pero Benedicto XVI no se ha conformado con la ceremonia de los 25 años, quiso ir más allá. “La consecución de la paz requiere la lucha contra la pobreza y la corrupción, el acceso a una educación de calidad para todos y un crecimiento económico solidario”, expresó en una parte de su mensaje.

Si me permiten un apartado, no quiero dejar pasar por alto el enojo del entonces canciller Dante Caputo, por no haber sido invitado a la ceremonia. Estoy totalmente de acuerdo con el ex canciller. Él había sido un incansable promotor del tratado, y del ‘’. El olvido de tal invitación raya lo imperdonable.

Según algunos corrillos políticos, dicen que los prelados vieron con buenos ojos ese acercamiento del gobierno argentino hacia el Vaticano, incluso hasta el acierto de no participar, aunque sea como cónyuge, de Néstor Kirchner.

No obstante, días atrás, los obispos argentinos, siguiendo una línea ya manifiesta en anteriores documentos, emitieron otro denominado Somos hermanos, queremos ser Nación. Allí, se resaltan valores que han quedado por el camino y que es urgente rescatarlos.

Además, entiendo que en el apartado III, punto Nº 11, se resume un todo digno y obvio de considerar, y poner en práctica. De esos tres puntos, se debe partir y, seguro, el futuro será promisorio: - El respeto a la Constitución Nacional y las Leyes. - La autonomía de los Poderes del Estado como principio fundamental de la República, y la vigencia de las Instituciones. - El bien personal y sectorial deben armonizarse con la búsqueda del bien común, y siempre teniendo particularmente en cuenta a los más pobres.

Los ojos pueden ver con cierta benevolencia la actitud frente al 25º aniversario del Tratado, lo que no quita que se continúe señalando las deficiencias de un gobierno que necesita reacomodar su accionar.

Los obispos se pusieron esta vez más críticos -creo- con el tratamiento que hacen los políticos argentinos de la gobernabilidad del país.

Y como sostén de lo argumentado, aseveran: “Muchas veces no se encuentran fácilmente los medios para atender y canalizar las necesidades legítimas de los distintos sectores, pero siempre se debe tener en cuenta que la democracia no se fortalece en la conflictividad de las calles y rutas, sino en la vigencia de las instituciones republicanas.

_____________________________________


- Recomiendo leer de manera completa el documento SOMOS HERMANOS, QUEREMOS SER NACIÓN.


pedroarmano@hotmail.com


No hay comentarios: