La ex modelo Claudia Sánchez



Por Pedro L. Armano


La periodista del diario español El País, Elvira Lindo, en una nota dijo: “Pero el periodismo de sociedad es necesario. Completa, en sus momentos brillantes, al periodismo político. (…)”. La cita está referida a otra cosa, pero la saqué de contexto, porque sirve para el mío. La reportera se refiere a la sociedad, relacionada con la política. En mi caso, la tomo como introductoria al mundo del imperio de lo efímero: la moda y las modelos.

Esta vez, voy a rescatar a una argentina. Me refiero a Claudia Sánchez. Nombre y apellido comunes, si lo hay. Sin embargo, quienes eran jóvenes y aún muchos adultos por los ’60 y ’70, no hace falta presentarla. Fue la ‘modelo’ por excelencia. Su figura, su andar, el vestir, señalaron una época e hizo ‘vibrar’ a más de uno con sus apariciones en publicidades de todo tipo de productos: cosméticos, jabones, automóviles pero, sobre todo, su consagración máxima la alcanzó con una marca de cigarrillos -en esa época, todavía se permitía la propaganda del tabaco-. La escenografía eran siempre reales y de diversas partes del mundo. Para mí, la más impactante resultó ser la de Venecia. Esa ciudad entre encantada y misteriosa; donde es incomprensible cómo calles, esquinas, puentes, grandes castillos, iglesias, esculturas, monumentos, etc. puedan sostenerse y subsistir sobre una plataforma de agua. Desde allí, junto con otras geografías, Claudia Sánchez impuso el modelo a seguir por las jóvenes de la época y deslumbrar a los hombres. Tal la importancia, que la revista Análisis (1966) le dedica una nota de tapa con el título: Vender modos de vida.

Su estatura normal, más bien baja, el cuerpo delgado y ágil, con signos de prácticas permanentes de deportes; su cara angulosa, con pómulos un tanto salientes, la boca hacia adelante, y los dos dientes centrales con espacio, a la manera de un ‘todo aconejonamiento’, le daban una figura inimitable, sumada a su eterna minifalda: “Sí, entre la rodilla y la mitad de pierna, nunca más cortas. Es de mal gusto. En mi época, y con gestos simples, sin ‘mostrar’ ni cola ni lolas los hombres se cortaban el cogote. ‘Llamame, te espero’; con eso bastaba”, le respondió a Gabriela Navarra, reportera de La Nación.

Claudia Sánchez sufrió, además, dos contratiempos bastantes duros. El primer marido, Armando Sánchez, falleció repentinamente de un infarto masivo; el segundo, el más conocido, el ‘Nono’ Pugliese -ya hacía un año que estaban separados-, murió al caerse de un techo (1993) por tratar de huir de un reportero gráfico, que lo había visto con una mujer mucho más joven que él.

Pero yo rescato a la ex modelo desde otro punto de vista, más conmovedor y de responsabilidad civil, como ciudadana argentina. No minimizo su tragedia personal, ni le resto importancia a su belleza seductora y, tal vez escribirlo sería redundante, atrayente, sino que señalo su comportamiento como ser humano. “Una revista organizó una producción mía con caracterizaciones muy sofisticadas y glamorosas. Pero salió publicada en el mismo número en que la tapa eran los soldaditos muriendo en las islas -(Malvinas)-. Me indigné, me puse en el lugar de las madres de esos chicos… Agarré a mis dos hijos y me fui a vivir al campo, cerca de Chascomús. No quise aparecer más”, le comenta a Gabriela Navarro. A partir de esa determinación, pasa de lo efímero a la ‘complementariedad’ de lo humano.

Hoy vive retirada en Colonia del Sacramento (Uruguay); sin dietas ni cirugías; con nuevos amigos, sin pareja y paseando tranquila y en paz por las arenas blancas de esa margen del Río de la Plata.



pedroarmano@hotmail.com

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